Hacía tiempo que no íbamos; parece que a los que residimos en la isla nos cuesta volver a los Centros Turísticos. Quizás porque todavía tienes en el fondo de la memoria el recuerdo de que cada vez que venía algún amigo de fuera hacías el recorrido con él, lo que ocurría casi todos los años, enseñándolos orgulloso. Ahora la cosa ha cambiado, las visitas alquilan coche y se organizan a su manera buscando información en las redes en páginas como ésta.
Por la carretera de Yaiza, antes de llegar a la entrada, te encuentras con el “Echadero de los camellos” (que son dromedarios), con la típica “silla inglesa” paseando a los turistas. Como para nosotros “con una vez es suficiente” seguimos de largo, aunque es una recomendable experiencia para el que no lo haya hecho nunca.
Una vez pasado el taro, la entrada al Centro Turístico, te empiezas a dar cuenta de la labor realizada por los trabajadores del Cabildo bajo la dirección de César Manrique, y la intención de sorprender al visitante: Parece que te diriges directamente al fondo de un volcán…
… pasando justo por delante, como si estuvieras en el palco de un teatro.
Al llegar nos informan que una guagua (autobús) está a punto de salir para realizar el recorrido por la “Ruta de los volcanes”, así que nos subimos expectantes.
El viajero tiene una vista panorámica…
…para no perderse el espectacular paisaje formado durante los cinco años que duró el intenso proceso eruptivo.
El itinerario de 14 kilómetros dura, aproximadamente, unos 35 minutos; transcurre por una estrecha carretera bordeada por muros de lava y desniveles con cierta profundidad, donde el conductor demuestra su pericia, haciendo más impresionante, si cabe, el recorrido…
…que te lleva por lugares únicos…
… que todo el mundo quiere retratar.
De repente ascendemos, como en un avión tomando altura…
… y la perspectiva si antes impresionaba ahora no te cuento.
Desde lo alto vemos a los camellos paseando a los turistas…
… y la Caldera del Corazoncillo en todo su esplendor. La misma vista de la pintura de Jorge Marsá…
… regresando al punto de partida, el Islote de Hilario.
La visita continua con diferentes demostraciones del calor que emana a pocos metros de profundidad, como una barbacoa para uso de los visitantes, o al prender en pocos segundos la aulaga seca que acababan de colocar en un agujero en la tierra.
Otro ejemplo de la potencia calorífica lo compruebas cuando te ponen un poco de rofe (picón) del suelo en la mano…
… teniendo que quitártelo al instante.
Ahora toca ver a los géiseres en acción:
Se introduce agua en unos tubos que llegan al subsuelo y ésta se evapora de manera casi instantánea, saliendo un chorro de vapor a toda velocidad produciendo un sonido intenso que sorprende a los espectadores, sobre todo a los niños.
Entramos en el restaurante El Diablo, un edificio circular con vistas panorámicas impresionantes en cuyo centro se encuentra la higuera seca y parte del esqueleto del camello de Hilario, la persona que vivió aquí en solitario durante cincuenta años, según dice la leyenda, y cuyo nombre recibe precisamente el islote.
Elegimos mesa…
… y nos acercamos curiosos a la parrilla donde se cocina con el calor que emana del volcán.
Atendiendo a la recomendación de Luis Diaz Feria, en su blog Gastro, elegimos muslos de pollo, además de brocheta de langostinos y cherne, cocinadas en dicha parrilla, acompañadas de unas cervezas bien frías.
Mientras se hacía el almuerzo éramos testigos de cómo disfrutaban los visitantes.
De primero compartimos una ensalada “Gran Canaria”, que estaba muy rica.
“Muslos de pollo marinados en cítricos”, al calor del volcán.
“Brochetas de langostinos y cherne”, al calor del volcán.
Si te quieres llevar algún recuerdo puedes entrar en la tienda que se encuentra al lado. Ah, y no te olvides de visitar los luminosos baños, con sus portones de hierro.
Al final salió el post bastante largo pero fue tan intensa la visita y había tantas cosas que contar que no he podido resumirlo más. Fuimos un domingo, el día más cómodo porque van menos turistas.
Ya sabes, si quieres disfrutar de un paisaje espectacular, no te lo pierdas; y si vives en Lanzarote, que no hace falta esperar a que venga un amigo de fuera de la isla para volver a verlo.
Si quieres tener más información de la erupción de Timanfaya puedes acercarte hasta el Centro de Visitantes y de interpretación de Mancha Blanca, que se encuentra a cinco kilómetros en dirección a Tinajo.